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Una verdad a medias

Para hablar de ética en la profesión del comunicador, hay que analizar muchos factores, los cuales pueden ser ampliamente relacionados a la formación profesional y otros al entorno donde este se ha formado. Pero básicamente tendríamos que poner en tela de discusión lo que es la ética, en que consiste, como usamos la ética, etc.

Hay quienes se centran en que la ética es esencialmente vital, universalmente válida y la consideran como una especie de compromiso que la humanidad asume dentro de su rol social. Sin embargo existen otros, como yo, que siempre andamos indagando cosas que pareciera superficiales o anárquicas, pero que son parte de mi esencia vital, de mi libertad de pensamiento, lo cual, personalmente me resulta bastante ético.

Pero para ir adentrándonos en la médula de este ensayo, iremos acercándonos al concepto de “verdad”, aun sabiendo que este texto que escribo puede ser una perfecta mentira para muchos que se mantengan más informados: La verdad, al hablar de este valor, lo relacionamos directamente con la realidad, esa realidad con la que convivimos cotidianamente, que se refleja en nuestro estilo de vida, en la coyuntura política, social y económica donde nos desenvolvemos.

“El compromiso con la verdad vendrá de quien se acerque a la realidad críticamente, esto es, sin prejuicios, de modo que pueda ver lo que hay, analizarlo contarlo y explicarlo”. Desde ese criterio todo comunicador tiene una verdad que contar, aunque esta no sea una verdad meramente explícita, pero es una verdad. Yo no sé si se pueda calificar la verdad como objetiva, más aún si se habla de realidad, porque lo que es real para mí, para otros puede reducirse a ficción y lo que es ficción para mí para otros puede ser la cruda verdad. ¿Por qué sucede todo esto?, pues es porque a pesar de los abruptos esfuerzos de la globalización por homogeneizar los pensamientos de las masas, se hace imposible lograr esa incongruente meta. La verdad, no es verdad para todos, habrá siempre quienes defiendan sus pensamientos y no por eso nos podemos tomar el derecho de decir que no aceptan la verdad.

La actual teoría de la globalización que es defendida por los más importantes economistas neoliberales (aquellas transnacionales que por ejemplo invaden nuestro país), es una teoría que mira el mundo desde arriba. Desde las riquezas del norte, desde las sedes de la bolsa de New York, Frankfurt o Tokyo. Pero hay muchos otros que opinan que la globalización no es tal si la contemplamos desde abajo, desde el prisma de la pobreza, la desigualdad, de los que no tienen oportunidad de unirse al mundo y la desesperación de los pobladores de Ruanda, las favelas de Río de Janeiro o las montañas de Afganistán, o la cercana isla de Cuba.

Si tan solo nos atreviéramos a hablar de ética a los que están debajo de la cadena, los subalternos de toda esta condicionante que te dice “pórtate bien”, “matar es pecado” cuando en su realidad, en su propia realidad esos artilugios éticos son desechos desde tiempos antiguos hasta nuestros días. Un claro ejemplo de esta imposición de reglas y normas para portarnos bien, como si fuéramos una manada que debe decir la verdad, que debe argumentar con verdad, pero obedeciendo las directivas de los que jerárquicamente están más arriba.

Tampoco sé si en comunicación el mejor profesional es el que sabe decir la verdad o el que pone todo su empeño para hacer buenas tretas, a las que llamaremos mentiras. Porque basta ver la realidad en la que el comunicador, su ética y sus normas se desenvuelven. Pues hay que meditar si como profesión el comunicador se resume en ser un simple informante de la realidad. Esa me parece una idea ya lejana, la comunicación ha tenido que desprenderse de esa limitante y todo gracias a la globalización, la internet y a las redes sociales. Ahora el periodismo no solo lo hace el periodista, sino cualquier ciudadano que disponga de alguna información relevante y ojo, de interés público. Y gracias a que todo el mundo puede hacer noticia, el papel del periodista no es que se haya perdido pero asume un rol distinto, el periodista en la actualidad profundiza la información, o la encuentra en las redes sociales, incluso puede parecer no ético, pero esa es “la realidad” señores.

Hay un casi interesante para analizar como es el del documental “la verdad incomoda” (An inconvenient Truth) propuesto por el segundo vicepresidente del gobierno de Bill Clinton de Estados Unidos cuyo informe se basa en los efectos del calentamiento global sobre el globo terráqueo. Un documento audiovisual donde se denuncia que el calentamiento global es ocasionado por las grandes fábricas y por conductas del ser humano, teniendo estados unidos grandes porcentajes de contaminación. Pero en la misma forma como Al Gore, el autor de este documental propone su verdad sobre el cambio climático, hay otro sector que manifiesta otra verdad que es mucho más incomoda alegando que La verdad incomoda es un formato propagandístico y cinematográfico que ha sido basado en mentiras, acotando varios puntos que resultan vacíos en la verdad incomoda.

En fin, son dos vertientes distintas y hasta antagónicas de la verdad. Y es que la verdad en el momento de informar, resulta bastante subjetiva, porque la verdad es siempre relativa y así lo argumenta el profesor de periodismo digital de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UPN, Pepe hidalgo, quien en una entrevista asegura que la verdad es una línea bien frágil y que la ética para el comunicador es vulnerable pues se basa en los derechos de la constitución. Nos hace un ejemplo: En el caso de “los petroaudios” que comprometiera a importantes ejecutivos del estado, se estaría violando las normas por que se vulnera el derecho a la intimidad con una interceptación telefónica, pero luego sucede que como se hace una denuncia que tiene que ver con un caso de corrupción entonces la norma permite encubrirse. Lo mismo sucede con el caso de “las prostivedettes” que denunciara la polémica conductora Magaly Medina en su programa, donde Monica Adaro se vio envuelta en un caso de prostitución, desde el punto de vista legal e incluso ético no es dable que un periodista se esté inmiscuyendo la privacidad de nadie, ella tiene el derecho de mantener relaciones sexuales con quien desee, pero al tratarse de un caso de prostitución entonces se vuelve normal y el periodista tiene todo el derecho de infringir el derecho del otro. Nos comenta el docente, mientras tanto yo me sigo preguntando ¿Hay ética?

“la norma del obrar humano es la misma naturaleza humana descubierta por el sujeto en ejercicio de la razón” pues esta frase puede enmarcar mucho más la posición que mantengo referente a la ética y la comunicación; pero la razón de cada comunicador es independiente, como es independiente la rama de la comunicación a la que te dedicas y como lo es también las editoriales con quienes trabajas. Y nosotros tenemos esa libertad de elegir, para mi muy lejana a la ética pero que de todas maneras debemos mantener en consideración.

Un primer principio que es algo así como un principio de no contradicción de la ética que nos indica “que hay que hacer el bien y no el mal” lo cual me parece el más triste dogma planteado normalmente para imponer poder sobre otros. El mejor ejemplo de esas normas sobre el bien y el mal lo tiene la iglesia y sus regímenes dictatoriales sobre lo que es bueno y lo que es malo, calificando lo “malo” como pecado, incluso negándote la posibilidad de pecar incluso si este fuera un error y puedes considerarlo algo bueno, una experiencia. Ese tipo de normas que se confunden con la ética se repiten día a día.

Podría concluir diciendo que no hay ética en comunicación, o en todo caso es una verdad a medias.

Bibliografía:
(1) (Ética del profesional de comunicación – Arantza Echaniz Juan Pagola)

(2) (3) Pag 31, 32 y 33 “Etica de la comunicación y de la información” Jose Angel Agejas Y Francisco Jose Serrano Oceja.

Joseph Sánchez Horna

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