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Mostrando entradas de septiembre, 2013

Nostalgias de café.

Yo recuerdo con nostalgia y con orgullo, cuando él tenía siete y yo seis, cuando siempre había solución para cuando no había nada. Eran épocas en que el palto, el árbol de higo y el blanquillo aún daban frutos, eran épocas en que la casa aún olía a pan, olía a vida. Teníamos mil formas de crecer, la mayoría fueron jugando, a ratos sufriendo, pero en ese estado inocente, el sufrimiento no es ningún  placer. Escondidos en la habitación del tío William, rogando que nunca nos encuentre y menos en el preciso instante en que nos deleitábamos con las locuras de Ferrocabral, o cuando Neruda recitaba "Puedo escribir los versos más tristes esta noche", nos acurrucábamos en la colcha marrón con rondelas de colores y reíamos con el paseo por México de Facundo, con Milanés y con la sensación inmensa que producía Silvio con "El Unicornio azul". Yo preguntaba qué son los unicornios, él siempre sabía que era todo (se lo inventaba). Como decía, en esas épocas nos regocijábamos, in

Carta para mi tía

Tía, quería que entiendas que en estas épocas, la represión, la guerra e incluso el odio es primitivo. Tía, yo también siento. El mundo ha cambiado, ¿Sabías que la tierra no es cuadrada? Sabías que el 75% del planeta es agua y del cual solo el 4% es agua dulce, como para que me vengas a amargar el día. Soy un ave cuyo habitad no es una jaula. Hace rato que en Berlín cayó el muro, hace rato que l as mujeres conducen auto y ocupan cargos ejecutivos en grandes entidades. Tía, hace rato que la virginidad es una estupidez, ahora sí importan las mujeres aunque honestamente queden muy pocas. Hace mucho tiempo que la mujer ha dejado de ser un mueble que adorna la casa. Como decía Simone de Beaauvoir “El esclavo que obedece escoge obedecer” y yo quiero rebelarme. Hace rato que el hombre llego a la luna, la bombardeo y justo ayer encontraron agua en marte. Tía, Hace rato que he nacido, he crecido y no te quieres dar cuenta. Hace tiempo que The Beatles ya no son el hit del momento en ninguna ra

TARDES NUEVAS

Las lucecitas de la tarde se han encendido y son las 3 y cuarto. Tus libros se abren, como se abren las ventanas, como se abren los ojos, Yo te miro desde lo ancho, mientras el café se enfría. El azúcar se ha terminado. Las luces siguen prendidas. No sé qué ha pasado desde hace una hora hasta hoy. No vi cuando entraste ni saliste del texto, veo tu cuerpo guarecerse de la lluvia apilándose en mí. Después de esta tarde no sé si seguir leyendo, es que no quiero que te vayas. Y si el trago amargo es la ausencia del azúcar, dejaré de tomarlo para evitar el amargo que provoca tu ausencia.   

Relatos de retrete

Me preguntas, que hago mientras conversamos. Tú sabes que siempre te soy sincero, no puedo decirte que estoy sentado en el baño tratando de pensar, con la computadora sobre la las piernas, queriendo escribir cosas, ninguna sobre ti, puedo jurarlo; solo sé que no puedo decirte, por decoro, estas cosas y me abstengo de responder. ¿Por qué será que siempre preguntas lo mismo?, ¿Será que siempre quieres robarte mi atención? No sé si habías notado mi perturbación la primera vez que nos vimos, después de tu regreso, esa vez que estuvimos sentados en el parque. No es que relacione el que estuviéramos sentados con defecar, en ese momento también hablábamos. Mientras te oía, mantenía la mirada fija en la sombra que se desprendía del almendro, esos movimientos leves pero cautivantes, como una sonajita. No sé porque siempre quisiste que te escuche y te mire a los ojos, me molestaba tanto que busques mi mirada cuando no quería mirarte. Recuerdas aquella vez cuando nos encontramos entre la