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Mostrando entradas de agosto, 2009

TIEMPOS DE INOCENCIA

LA GLORIA DE GLORIA El artista, a veces descolado de los principales eventos de la ciudad empieza su proceso de reivindicación con esta primera obra individual que presenta Gloria Blanco. El título de este post se debe a que no hay mayor éxtasis en la vida de un pintor que cuando expone. Ese clímax de entusiasmo podría significar la gloria de Gloria. Son esos momentos donde se abre las puertas de la inmensidad interna del que pincela sus lienzos cargados de sensibilidad. Se tiende un puente desde el artista hasta los tiempos de Inocencia, esos tiempos a los que sólo nos acercamos viendo las obras, que no son simples lienzos arrinconados en una sala. Son muchas cosas, solo basta ir, ver de cerca su trabajo y valorarlo. Podremos reconocer que desde la sencillez hay cosas tan inmensas que recorrer con la mirada. Aplausos gloria… TODOS A LA SALA DEL BANCO CONTINENTAL... Mas adelante video de la inauguración...

CREPÚSCULO DE LA ANGUSTIA

Tengo el corazón sin latidos y los latidos padecían de armonía se mudaron al infinito donde el camino de regreso no es más que una grieta en lo profundo. Fuiste mi primera y última vez quizá mi única vez. Mi principio y mi descubrimiento, mi conquista y toda mi riqueza, y cada latido que resonaba en tu pecho era más que mi vida. Era la estrofa más sublime entre mis versos la copla más romántica entre mis sueños, ella lo era todo y todo lo dio; así como cuando la luna entrega la luz y la puedo mirar mientras duermes. así como cuando el viento trae aire y vida. Así era para mí, toda ella. Cada latido se arrastraba en la agonía y se nublaba mi cielo y mi lluvia era helada, el frío y los compases de las gotas me invitaban al olvido, a volverme contra los latidos y hacer que el reloj marche al contrario, que el tiempo marche al contrario o que yo deje de marchar. Había un guión en sus labios y su corazón lo interpretaba ella sabía lo que le diría, sus respuestas aparecían en mi agenda pero

EL LEGADO DE LOS 50

Son apenas 28 minutos los que han transcurrido cuando empiezo estas letras. Tengo una gran emoción conteniéndose en lo más profundo de mi ser. Tengo el pecho saltando en cada latido como señal de que la fiesta está empezando. Han pasado 50 abriles y no son comunes y corrientes, son 50 años de amor, fidelidad, respeto, y servicio mutuo que empezó un agosto de 1959 en aquellas épocas donde los mejores recuerdos han podido llegar hasta nuestros días apenas en fotografías en blanco y negro. Cuando mis abuelos decidieron juntarse, no solo les interesó arrimar el espinazo en el fogón de las antiguas cocinas a leña mientras se preparaba el ponche, tampoco pensaron únicamente en las aventuras que más adelante pasarían juntos. Ellos fueron unidos probablemente no con una simple flecha de un travieso Cupido. Por los años y legado podría decir que el Cupido que les permitió unirse era tal ves un lanzador de jabalina o garrocha. Cualquiera no llega a cumplir cincuenta años. Según lo que sé,