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El circuito de los sueños

Me arden los labios. Me arde la médula y la alegría. Me arde la noche. Me arde la idea de oír su voz. Soy la esencia de la piedra, pero las piedras también se parten, se hacen añicos, también se les rompe el alma. Soy el exceso de lo establecido, las ganas de evadir el rumbo, la meta sin ilusión, el sueño que no abruma, la ansiedad compungida. Me pongo a disposición del aire que es lo único que se mueve. Usted sabe que el tiempo es solo un reloj cuyas manecillas dan vueltas y vueltas. Estoy distraído.Antes de consumir ya estoy disuelto, del polvo al polvo. Retorno de la ilusión a la miseria. Llegaré, como siempre. Como cuando llega la calma, siempre inoportuna, tarde. Ya no tengo ganas de una nueva camisa, he perdido la fe en el octubre. Estoy sobre un pilar de alucinaciones a la que llamo realidad. Yo mismo me he movido de mí. Estoy dos pasos más a la izquierda, en no sé qué lugar. A veces creía que el vacío me vendría bien, no pensaba  volverme un rumor, un asunto de suer
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Así, como si nada

Siento que he llegado tarde. Soy el híbrido de morir y sobrevivir que se confunden en lo mismo. El sol no me alcanza y me he secado igual, soy hoja muerta tallo olvidado y raíces tristes. Esto que me cubre, es una sarna. Me pregunto si soy el vivo reflejo de esa alma en pus, la canción del detective, la rabia del universo y lo escribo para que haya evidencia de mi queja. Esa sombra ex nihilo que ha empezado a correr a mi ritmo. ¿Será la muerte apresurada a contratar conmigo? Veo a lo lejos asomar la caravana de la muerte que viene a restregarme en la cara mi perecedera humanidad, me exige mirarme a los ojos. Las paredes del baño, el olor de la madrugada, el foco mugroso que alumbra por donde puede, la puerta abierta, las heridas, el ruido de los que hacen el pan, el silencio de los que lo comen, el arroz escogido, el hambre, otra vez el hambre. Los ojos de la tarde, las manos tibias de la muerte. Su beso húmedo, sincero. Su bienvenida, su forma de viajar.

Antes que nunca

Preparados no estamos, a nosotros no se nos ha muerto nadie. Las lágrimas nunca sufrieron tanto, jamás propusieron un hasta pronto. Los ojos siempre estuvieron escondidos, velados por la erupción fantástica de la vida. A nosotros nos engordaron otras penas, nos abrazaron otras rabias, otras muertes. Las flores escupieron su odio en nuestras frentes, en nuestros tobillos. Nosotros bailábamos entre el llanto de los otros. Nuestra inocencia de novatos vivientes, ridículos ante la sofocada angustia de la esperanza. Para mi no hay cielo. Para mí el infierno está bien, porque aquí se sufre, aquí se ha inventado el amor. Nosotros no tenemos hambre, nosotros somos el hambre, somos la manera más miserable de ser felices, aún no hemos nacido, por eso no soñamos con morir,   Miren al palo al que se arriman esos moribundos que acuden presurosos a recoger un aliento de vida, nosotros los que nunca podemos vivir, qué podemos hacer por ellos?

Cayendo en cuenta

Casi siempre suelo empezar a escribir soltando algunas preguntas al aire, a veces frases improvisadas que de alguna manera van desenredándose en mi mente para terminar deslizándose como un pensamiento liviano, ese que si no lo atrapas se evapora intempestivamente. Tampoco es que me sienta un escritor maduro ni mucho menos, modestamente a las justas logro plantear algunas ideas como desahogándome, casi siempre quedo con la sensación que escribir, pintar, leer o cantar me hace una suerte de limpieza de la conciencia, según la medida en que profundice mis preguntas y acuda a la búsqueda de mis respuestas. Las últimas madrugadas he tenido algunas vivencias surreales mientras dormía; lo más inusual, que puede transcurrir, lo más increíble, lo más extraño se suscita en los sueños. Ahí se puede todo y en esa dimensión somos como inmortales, y todo lo que en la vida física luce inalcanzable, con los ojos cerrados se convierte en un episodio experimental, práctico, donde la condición humana

Presagios del más adentro

Cuando me sienta bien derribaré mi casa. Aspiraré el calor del infierno. Sabré científicamente que no soy una mierda. Tendré que cortarme de raíz el miedo a nada. Que la fuente no se vacíe nunca. Soy una estampida de pensamientos. Pienso en cómo se pondràn mis uñas cuando muera. Que nada tenga sentido. Tengo ganas de inyectarme café directo en el cerebro. Vas a sentir como todas las aguas se despiden se dicen adiós, pero yo soy como  el alma de la piedra, un día quería morirme y otro quería dormir un rato nomás. La soledad tambien se fermenta y con el tiempo se hace tan fuerte que puede envenenar. Puedo cortame las ramas para que mi sombra no refleje arañas deambulando en tu suelo... No soy un hombre.. soy una voz que no sabe de donde viene. Soy una canción fuera de estación. Estoy en la ventana. Mirando abajo como si mi futuro fuera el pavimento simulando ser un cielo azul. Yo soy turbio como todo espejismo. Yo veía una chispa de luz al cerrar los ojos. Los milagros son las ga

¿Por qué rosa de niñas y azul de niños?

Te decimos qué hay detrás de la elección de colores por género . Estábamos junto conversando con un compañero y una compañera  sobre Enfoque de Género, haciendo un repaso concienzudo de ciertos aspectos que son importantes revisar para llegar a una mejor comprensión de la realidad, para de esa manera poder participar activa y propositivamente en los cambios. De forma inesperada surge una pregunta interesante: ¿Por qué el color rosado se ha definido como color representativo de las niñas y el azul de los niños? ¿En qué contexto y bajo qué parámetros hemos llegado a aceptar esta regla? En un principio creí erradamente que la culpa era directamente de la muñeca de Mattel, Barbie 1 , a la que a lo largo de mi vida he visto recalcar este estereotipo; pero no, la muñeca apareció en 1960, creada por Ruth Handler un poco después de que el estereotipo ya estaba marcado. Inluso descubrí que esta muñeca se basó en un modelo de muñeca sexual alemana llamada Bild Lily, la misma que pri

La burbuja del hombre azul

Desperté con los ojos fijos en las líneas trazadas por las persianas en lo alto del techo, con el latir agitado, como si un entusiasmo extraño me invadiera por todos los rincones. -No puedo dormir; le dije, sin despegar la mirada en el cielo raso. -Que pasa; respondió aún dormida, tratando de reacomodarse sobre su almohada. Volteé la mirada solamente para asegurarme de que estuviera ahí, o de que por lo menos me mirara, pero aun sabiendo que esto no ocurriría le dije: -He soñado algunas cosas agradables, he quedado con una emoción loquita atrapada en mi pecho, que será. Imagínate, me vi elevado, en lo alto. Había inflado muchos globos azules, llevaba un traje azul como el que suelen usar los magos de los circos elegantes, los estelares como el del Circo Du Soleil.  Mi traje y su color me permitían flotar por el aire, como volando y así yo me deslizaba por el cielo por poco invisible. Escalaba espacios cada vez más altos donde podía verlo todo, por ejemplo: una marcha de