No sé como empezó todo, pero esta no es la típica historia, no tiene ni siquiera un final plácido ni entretenido; aunque la trama siempre gozó de sus altibajos que hicieron latir nuestros corazones, con rabias, con llantos, con perdones, con incomprensiones, con amor, con detalles, con sueños.
Fue inesperado, en el momento menos pensado, tus ojos parecían atraparme, desorbitarme y cuando te reías, con esos pómulos gorditos, llenos de vida, yo sentía que alguien me soplaba el corazón, por que empezaba a quemarme. Y así, poco a poco, como todas las historias fue naciendo "El amor", que puede calificarse como esa especie de estupefaciente que transforma nuestra mente, nos emboba, nos eleva y nos hace creer de alguna u otra manera en la magia, que aveces puede durar días enteros, en otros momentos segundos, aveces días, semanas y años, pero es como todo ser: Nace, crece, se hace fuerte y luego muere, o lo asesinan de forma cruel y mezquina.
Cuando empezó todo, nunca imagine, jamás pensé en un final, quería que fueran como mis escritos, que nunca pienso en cuando acabarlos, solo le doy rienda suelta a mi impulso emocional y dejo que mi corazón navegue a la deriva, remando de prisa por todos los rincones del universo. Y fui muy feliz, dentro de lo que para mi puede llegar a significar la felicidad. Aprendí que siempre serán distintos los seres, que jamás podrán vitorear al unísono algún triunfo combinado. Aprendí que al igual que vivir es arriesgar, también abandonar, es un riesgo que podría significar seguir viviendo. Aprendí que el honor y el amor propio, pueden ser más importantes que todo lo demás. Aprendí que quien dice "no puedo", "no quiero", "no se puede" se hunde en el más terrible hueco, donde se complace sabiendo que no podrá escapar. Aprendí que no necesito de artilugios materiales para crear la formula adecuada para hacer feliz a alguien, que el dinero es siempre indispensable, que soy débil, que me falta mucho aprender y que debo sonreír a la vida aunque esta me pateara los testículos una y otra vez.
Lo cierto es que después de levitar por el espacio sideral, luego de flotar por los espacios no recorridos del universo, nos frenamos, y caemos de picada hasta enterrarnos en el suelo. Cerebro, vísceras, todas las partes desechas, salpicadas por los muladares donde quedaron algunos recuerdos en los escondites mas inhóspitos. Y a pesar del golpe o quizá a raíz de él, terminamos cegados, no queremos ver los grandes paisajes de aquel paraíso donde alguna vez nos perdimos. La mierda vale más que una sonrisa, que un abrazo, que un recuerdo. Aún así, no importa lo que los ciegos no quieran ver, buscare mantener en mi cofre reliquias brillantes, sonrientes gemas, dulces y azúcares que me ennoblescan. Y no importa nada más, solo que mi corazón siga latiendo, aunque ahora tengo un miedo que hiede nauseabundo, como si algo en mi muriera vivo, muriera despierto, aunque ya este descompuesto, tenga aliento, sonría y se le escape un te quiero.
Fue inesperado, en el momento menos pensado, tus ojos parecían atraparme, desorbitarme y cuando te reías, con esos pómulos gorditos, llenos de vida, yo sentía que alguien me soplaba el corazón, por que empezaba a quemarme. Y así, poco a poco, como todas las historias fue naciendo "El amor", que puede calificarse como esa especie de estupefaciente que transforma nuestra mente, nos emboba, nos eleva y nos hace creer de alguna u otra manera en la magia, que aveces puede durar días enteros, en otros momentos segundos, aveces días, semanas y años, pero es como todo ser: Nace, crece, se hace fuerte y luego muere, o lo asesinan de forma cruel y mezquina.
Cuando empezó todo, nunca imagine, jamás pensé en un final, quería que fueran como mis escritos, que nunca pienso en cuando acabarlos, solo le doy rienda suelta a mi impulso emocional y dejo que mi corazón navegue a la deriva, remando de prisa por todos los rincones del universo. Y fui muy feliz, dentro de lo que para mi puede llegar a significar la felicidad. Aprendí que siempre serán distintos los seres, que jamás podrán vitorear al unísono algún triunfo combinado. Aprendí que al igual que vivir es arriesgar, también abandonar, es un riesgo que podría significar seguir viviendo. Aprendí que el honor y el amor propio, pueden ser más importantes que todo lo demás. Aprendí que quien dice "no puedo", "no quiero", "no se puede" se hunde en el más terrible hueco, donde se complace sabiendo que no podrá escapar. Aprendí que no necesito de artilugios materiales para crear la formula adecuada para hacer feliz a alguien, que el dinero es siempre indispensable, que soy débil, que me falta mucho aprender y que debo sonreír a la vida aunque esta me pateara los testículos una y otra vez.
Lo cierto es que después de levitar por el espacio sideral, luego de flotar por los espacios no recorridos del universo, nos frenamos, y caemos de picada hasta enterrarnos en el suelo. Cerebro, vísceras, todas las partes desechas, salpicadas por los muladares donde quedaron algunos recuerdos en los escondites mas inhóspitos. Y a pesar del golpe o quizá a raíz de él, terminamos cegados, no queremos ver los grandes paisajes de aquel paraíso donde alguna vez nos perdimos. La mierda vale más que una sonrisa, que un abrazo, que un recuerdo. Aún así, no importa lo que los ciegos no quieran ver, buscare mantener en mi cofre reliquias brillantes, sonrientes gemas, dulces y azúcares que me ennoblescan. Y no importa nada más, solo que mi corazón siga latiendo, aunque ahora tengo un miedo que hiede nauseabundo, como si algo en mi muriera vivo, muriera despierto, aunque ya este descompuesto, tenga aliento, sonría y se le escape un te quiero.
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