Las cosas pasan, el mundo cada vez parece desbaratarse. Empezamos a sentir irremediables cambios. El hombre empieza a creer en el odio, inicia una ofensiva consigo mismo.
Estuve pegado a la televisión, como todos. Viví cada suceso en el que se amedrentaba al indígena indefenso. Sentí como no se nos escucha, como la democracia se transforma en una mentirita más, en una coartada para los injustos; que siempre vencen, que siempre salen con la suya. Analizaba la situación y discutía al respecto con algunos amigos. Leí algunos blog, con imágenes realmente sorprendentes y abusivas. No pude creerlo. Incluso algunas lágrimas parecían desprenderse y regarse en mis pómulos. Cosas que estoy seguro, ninguno de nosotros, los cotidianos, los de a pie, soportaríamos jamás. Sin duda esta era una de esas pesadillas que las vives despierto.
No podía creer que el gobierno permanezca enredado entre lobbies y feudos políticos que regalan los suelos y la integridad de todos los peruanos por tan miserables millones. Otra vez empiezo a creer en que estamos desahuciados. Por un lado un gobierno que cree que somos marionetas, o ventrílocuos a los que nos pueden meter pensamientos e ideas en la cabeza o poner voces en nuestra boca. Los indígenas no son una escala menor en la evolución humana. Son humanos, pensantes, racionales. Lo que pasa únicamente es que no usan jeans ni terno. No conocen de Nike, ni Adidas y tampoco de modas. Y al igual que ellos no conocen de nuestro estruendoso sistema globalizado y moderno; nosotros no entendemos nada de su cosmovisión y pensamiento. Ni siquiera entendemos sus lenguas (que son variadas y distintas). No son corderitos arrastrados. No son pestes a las que hay que exterminar. No son bestias, ni animales, ni individuos extraños. Tienen todo lo que nosotros tenemos. Lo único diferente es su modo de pensar. No se puede obviar a alguien porque piensa distinto que uno.
Sin embargo, fui testigo del enfrentamiento. La muerte de varios policías a los que no podemos desmerecer su valentía. Probablemente la tuvieron. Pero no es nada valioso dar honores y méritos a quien destruye la vida de un hermano (Enviado por otro. Gobierno. Ellos si han sido siempre el ganado bélico del gobierno).
No quiero ponerme de lado de nadie. Pero aquí hay algo que hay que entender. Los demás ciudadanos comunes, nosotros. Creemos estar informados por que leemos, escuchamos o visualizamos información en los principales medios. Pero, no reconocemos que existen intereses económicos en las líneas informativas. Siempre ha sido así. No podemos creer en una radio que asegura ser la voz del país, donde se corta las opiniones de los panelistas de forma grosera. O donde solo se plasma un lado de la información. Y así en la televisión y diarios donde se ha manipulado los espacios. La huelga de la Amazonía peruana no es de estas dos últimas semanas, ya son aproximadamente dos meses que ellos han intentado elevar sus protestas y nunca fueron escuchados. Sin embargo nosotros nunca nos preocupamos por entender al débil, al que no tiene canal de televisión bajo el zapato para hacer escuchar su verdad. Recién nos enteramos. Y para colmo se nos dice “ya se veía venir”.
Hablar de la selva peruana, es hablar de pobreza, es hablar de olvido. No puede ser justo, que luego de tanto abandono por parte de las autoridades se atropellen sus derechos fundamentales. Y aquí hay algo que muchos no hemos notado. Si bien es cierto, la raíz de los problemas ha sido el famoso decreto legislativo que justamente se suspendió ayer con la votación del debate de la Ley que deroga el decreto 1090 (un paseo más). Si ese decreto existió en físico, debió ser entregado a la población indígena para que ellos reconocieran lo aparentemente inofensivo que era para ellos. Pero ha sido bien difícil y casi utópico que haya sido así. Pues grandes porcentajes de esos pobladores viven envueltos en el analfabetismo, no saben leer ni escribir. Muchos otros tienen lenguas complejas y escasas de traductores. ¿Cómo se manejó la comunicación con ellos?. El gobierno no ha podido explicar eso. Entonces entendemos incluso por la obscenidad de las palabras de nuestro presidente, que ellos han sido acribillados estratégicamente por ser considerados unas bestias ignorantes. Vaya contradicción. Por ser ciudadanos de segunda o tercera clase, sin derechos, sin pensamiento.
Pero nada de esto es así, los campesinos de nuestra Amazonía aman la selva porque esa tierra les ha permitido sobrevivir hasta hoy. De ahí comen cuando las lluvias afectan sus carreteras y otros que nunca tuvieron conexión, de ahí se curan debido al abandono en las postas médicas que lucen ausentes y austeras. Ahí mantienen una vida a ritmo de supervivencia, debido a la falta de apoyo del gobierno corrupto e incompetente que rige nuestro porvenir. Todos vimos esa incompetencia cuando nuestros congresistas montaron la escena circense más empalagosa de todas. Echándose la culpa y embarrado con infantiles adjetivos y frases absurdas (Eso fie lo más relevante para la prensa). Todo ese dinero invertido en las desastrosas campañas periodísticas y la del famoso spot publicitario mentecato, del ministerio del interior; debió ser invertido en afianzar las mediaciones con la población indígena.
Tampoco nos damos cuenta que la violencia engendra caudillos que pronto conquistaran el corazón y enarbolarán alguna banderas con títulos de que “sin lucha no hay victoria” y quizá sigamos engañados y cada vez más confundidos, con un país hundido en el subdesarrollo y la desolación que encuentra un héroe que lo escucha y lo comprende. Basta a la ignorancia, basta a la corrupción y a la incompetencia. Basta de olvidarnos de nuestra patria, basta de creer que somos distintos, el costeñito del cholito y del charapo. Habría que conocer que piensan, que sienten y que quieren.
No podemos permitir que nuestro gobierno otorgue licitaciones de nuestros suelos, solamente para reafirmar la imagen internacional de nuestro país que está desmoronado por dentro. No se puede buscar más dinero cuando no se está preparado para gastarlo para bien del desarrollo. Ya lo hemos vivido en Cajamarca, con los denuncios mineros de Yanacocha. Hemos tenido impetuosos ingresos de canon, si, es cierto. Pero no hay capacidad de gasto, no hay desarrollo. Las autoridades parecen hacerse de la vista gorda de las principales problemáticas sociales. Así no nos conviene regalar nuestras riquezas. Hay que crecer en conjunto, y así avanzaremos, sin acaparar suntuosas cantidades en pequeños sectores. Sino implementar un desarrollo sostenible en las comunidades más necesitad que abundan en nuestra patria.
Y la próxima, seamos más responsables a elegir el conductor de nuestro país.
Que esto no se repita. Para eso escuchemos a los débiles. No nos cerremos en tontos dogmas ni prejuicios partidarios, inútiles e inservibles para un país que anhela la paz.
Cuando digo VIVA EL PERÚ, pido que cesen las muertes, la corrupción, la incompetencia y la pobreza.
NOTA: Les recomiendo leer esta artículo mientras escuchan el audio de Antonio Vega “Lucha de gigantes”.
Joseph Sánchez Horna
Comentarios