Entre las distintas clases de desastres sociales, probablemente, el que resalte sobremanera en la descomposición funcional de la sociedad, aperturando escenas de terror social, sea la corrupción. Esta consiste según la enciclopedia virtual Wikipedia en que es un acuerdo inmoral entre un corruptor y un corrupto, o entre corruptos aliados en perjuicio de otros, que beneficia a algunos en sus propósitos particulares, por encima de la ley en el plano político. Además se le atribuyen otras definiciones un poco más claras en la que se dice que consiste en el uso del poder público para el logro de beneficios particulares o sectoriales, que no se identifican ni comulgan con el bien común.
Definitivamente y entre tanto hemos leído podemos identificar algunos términos que nos comprometen como ciudadanos participes de una sociedad articulada, como por ejemplo “inmoral”, “autobeneficio”, “poder público”, que son sino acaso valores desperdigados de la educación que recibimos desde infantes hasta adultos.
Este problema se intensifica cuando la corrupción carcome las conciencias de seres que tienen y han asumido el compromiso de luchar y defender el patrimonio de todo un pueblo, de todo un país, que intenta emerger de la desolación que deja la pobreza extrema y sofocante. Entonces hablamos de un problema catastrófico indiscutiblemente, Es lamentable que en nuestro país se haya ido sembrando gracias a la ley del “Borrón y cuenta nueva”, que se fueron heredando a los corruptos que pasaban impunemente de un régimen a otro.
El Perú cuenta con una constitución aplaudida y venerada por muchos otros países que envidian nuestros códigos de penalización al delito; sin embargo y en contraposición a esto existe otro dicho dentro de nuestra desdichada cultura decaída y conformista que se titula bíblicamente “Hecha la ley, hecha la trampa”, que habré las puertas del infierno de par en par para desdicha de muchos otros ciudadanos comunes y silvestres como nosotros que nos ganamos el pan con el sudor de nuestra frente a diferencia de los zánganos corruptos que ganan millones de dólares con el sudor dependiendo donde se sienten.
El desarrollo tanto tecnológico como económico cultural y social dependen básicamente del buen manejo de los fondos públicos, es decir la corrupción es el principal enemigo de desarrollo. Tenemos como ejemplo una ciudad azotada brutalmente por la naturaleza en setiembre del año pasado, originando un clima tenebroso con victimas que perecieron en las circunstancias más deplorables. Todo el mundo puso su atención en ellos, colaborando con millonarias sumas recogidas con el trabajo de miles de personas solidarias. Horrorosamente las autoridades responsables de la solución a este problema se mofaron del sufrimiento de los otros y robaron las donaciones, hicieron mal manejo de los aportes económicos e incluso quisieron hacer publicidad del sufrimiento de los pobladores de Pisco e Ica. Hubo peleas para definir quienes integraban el FORSUR que terminó convirtiéndose en un total fracaso.Así han pasado los días, meses y años, en nuestro país, donde el actual régimen aprista ha solapado estrepitosas adquisiciones de ambulancias, patrulleros y concesiones a conveniencia de unos cuantos elegidos de saco y corbata, sobrevaluando excesivamente los precios de las adquisiciones, perjudicando el presupuesto económico de todos los peruanos.
La evolución de este problema en nuestro país se asemeja a una avalancha de lodo nauseabundo que contamina las mentes frescas de muchos ciudadanos comprometidos cabalmente con un Perú distinto, con un país que deje de ser llamado vulgarmente como subdesarrollado o tercer mundista. Por que estos deshonrosos títulos nos los hemos ganado con el esfuerzo de esos patanes que están en el gobierno. Así que no nos sorprendamos que hoy en día hayan caído ratas viejas en la trampa que otros políticos le pusieron, hablo del caso de los petrodólares, pues en nuestro país cuando la lujuria y el hambre por el dinero se hacen fuertes, “En las épocas de hambre, hasta las ratas se comen entre ellas”.
No permitamos de ninguna manera, que la política se transforme en un sinónimo de corrupción, no nos cosamos la boca por cien míseros soles para participar como cómplices de la destrucción de una nación que vale mucho. La corrupción la permitimos nosotros.
Comentarios