Cuando nacemos, al parecer aparecemos en algún lugar como ocupantes de un cuerpo físico, en un mundo plenamente extraño, desconocido. Al parecer nacemos más que desnudos, pues no venimos con otro equipaje que una sed inmensa de conocer, tocar, palpar, oler, probar, experimentar. Mientras tanto sólo somos parásitos absorbiendo nutrientes en un mundo incierto.
Crecer, aumenta dinámicamente esa sed de aprender, aprehender y diferenciar en la vida. Empezamos a hacer a hacer preguntas, incluso preguntas plenamente internas, como por ejemplo: ¿Por qué parece que algo realizado hoy ya lo hice antes?¿Qué pasa si meto mi dedo en aquel huequito de la pared?, mientras señalamos el interruptor. Los resultados de ese experimentar nos van ayudando a diferenciar y organizar los conocimientos.
Posteriormente el conocer, la experiencia nos imprime una nueva forma de pronunciarnos como humanos, que es la conciencia ( Esta conciencia, propia, individual). Cuando hablo de diferenciar me acerco en lo posible a la razón como instrumento que incluso se convierte en prefacio de la DESICIÓN. Para decidir hay que ser libre, autosuficientes, no depender de nadie ni parasitar del pensamiento del otro. Además, para ser consciente de la libertad hay que conocerse, aceptarse, incluso conocer nuestras debilidades y errores. También surge la pregunta ¿Qué tan libres somos? ¿Podemos ser libres en un país como el nuestro donde nos falta todo y lo poco que es nuestro, nos es impuesto en una especie de bautismo al que no acudimos despiertos?
¿Quién soy? ¿De dónde vengo? y ¿A dónde voy? Serían bajo mi criterio las preguntas que pudieran ayudar a escarbar en nuestro criterio existencialista invitándonos a reconocernos. Probablemente esas preguntas no me permitan conformarme, sino más bien adentrarme en la búsqueda de mi personalidad. Un ejercicio tan parecido como mirarme al espejo y aceptarme bello y a la vez horrible.
Reconocemos entonces nuestro paso de NIÑO a HOMBRE, de seres DEPENDIENTES a seres LIBRES, de INOCENTE a SABIDO e incluso de INSTINTIVO a ser RACIONAL. Incluso reconozco que el proceso de pensar, sentir y actuar en ese orden correlativo como proceso, nos acerca a la mera conciencia. Pero últimamente pensar se nos hace tan difícil, por eso sentimos y actuamos sin conciencia.
Sin embargo y para desdicha absoluta del hombre, también debemos reconocer que la libertad no es absoluta, que hay factores que pueden manifestarse como intermediarios a nuestra decisión, ya sea objetiva o subjetivamente. Por ejemplo: Las necesidades y los deseos que son las finísimas armas del Marketing para manejarnos y olvidarnos de la necesidad primaria que es nuestra identidad y someternos a un circuito de mercado donde aparentemente somos objetos, donde nuestras decisiones se reducen únicamente a comprar o no. Aferrándonos a un mundo consumista, con capacidad de gasto, nos sometemos a cada día ser como lo son los demás (Los del montón) ese cardumen que se deja deslizar por la corriente. Entonces nos transformamos en los manipulados, los arrastrados, los consumidos por la sociedad.
Teniendo en cuenta que nuestra sed de SABER, nunca acaba, no es un hombre del que en algún momento estemos satisfechos, es importante acotar que el valor de nuestras experiencias y nuestras decisiones consientes podrían aproximarnos a la libertad, donde podemos equivocarnos también, pero siempre reconociendo que hay más oportunidades y que cada error puede convertirse en una lección capaz de volvernos únicos e individuales.
Para mí, y esta acepción es bastante personal el secreto está únicamente en vivir, malograrla toda y también hacer las cosas bien sin preocuparse en la banalidad de las sentencias religiosas, simplemente ser libres. Ah, pero eso sí muy responsables de nuestros pasos.
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