EL MITO DE LA LIBERTAD
Si bien es cierto el autor reconoce a la libertad como la capacidad de autoconciencia que desarrolla el ser humano como individuo. Es importante señalar que lo que nos diferencia de las otras especies que habitan nuestra naturaleza (animales), es que nosotros contamos con un elemento que nos distingue y es la razón, que incluso de acuerdo a la fuerza de autoconciencia y experiencia podría encaminar al ser humano hacia un mejor prospecto de libertad.
No creo que la libertad sea absoluta, ya que al ser los seres humanos aparte de racionales: sociales, el entorno o la coyuntura donde nacemos podría significar el grado de aprendizaje y de libertad con la que nos condenaríamos a vivir el resto de nuestros días. Y digo nos condenaríamos, porque en algunos podría resultar aplastante una realidad adversa y difícil de la cual probablemente no tengamos la mínima culpa, por ejemplo: Un niño nacido en un barrio marginal, con extrema pobreza y bajo determinada religión. Me ha costado entenderlo, pero noto que es el entorno el que te orienta, pues se estimula el pensamiento, la razón y hasta los sentimientos de acuerdo al entorno en el que se crece. Una manera de divertirse de un joven adinerado (Pituco), no puede compararse con la de uno que cuenta con bajos recursos e incluso con el que no se divierte. En fin, al ser nuestra sociedad tan heterogénea y variada, quizá nos equivocamos, nos confundimos y creemos que existe libertad, pues decidimos lo que comemos, lo que compramos, lo que queremos cenar, el lugar que queremos visitar, el ómnibus que vamos a tomar; pero la libertad no se puede basar en la simple capacidad de tomar decisiones tan sencillas.
Muchas veces la libertad se ve envuelta por circunstancias dogmáticas o prejuiciosas que impiden su funcionamiento como libertad como tal. El religioso, fuera de la religión que fuere, no puede tomar, no puede fumar, no puede hacer el amor con más de una mujer o simplemente tirársela, (aunque el término podría sonar bastante obsceno, pues me tomo la molestia de colocarlo pues así desafío mi propia libertad), y porque el sexo, las drogas y el alcohol tendrían que definirse como pecaminosas. ¿Quién tuvo derecho para definirlo entre bueno o malo? ¿Quién tiene esa omnipotencia para atreverse ahorrarnos tales privilegios? Incluso me pregunto si la libertad podría acercarse a aquella frase: ¿”El que quiera joderse que se joda”?
Hace poco leí en un diario cajamarquino, un editorial fantásticamente estúpido, donde se resaltaban los “arduos esfuerzos” por impulsar la identidad de la peruanidad y el amor patrio en los Cajamarquinos, donde se aseguraba también que la propuesta significaba la imposición del coro y la sexta estrofa de la canción patria: “Somos libres, seámoslo siempre…. Que faltemos al voto solemne, que la patria al eterno elevo, la cadena de esclavo sacude, la humillada, la humillada, la humillada, servis levantó…” Bueno si la histórica humillación de nuestros ancestros y contemporáneos es razón de orgullo, habrá que entender porque aumentan los problemas que nos esclavizan y preguntarnos también si somos libres o no lo somos.
¿Qué tan libre se puede ser en un país donde falta todo?, en especial donde falta la justicia y la educación. Así mismo como la religión puede ejercer algún carácter de dependencia ideológica, de pensamientos o costumbres, así también pueden encaminar la libertad de los seres humanos, su aprendizaje en su entorno. Como por ejemplo el peruano emprendedor, que descubre veinte mil trucos de mercado e inventa una y otra cosa aventurándose a su productividad e industrialización que de alguna manera le signifique ingreso. Pero su pensamiento reduce su actividad a ese tipo de mercado, el conocido como cachivachero.
También al unir la autoconciencia con la libertad cabe preguntarnos sobremanera que tarea tenemos como seres humanos, no podemos ser tan solo depositarios de un espíritu sin objetivos. Probablemente esta pregunta la hayamos tenido muchos de nosotros al empezar a desligarnos del seno familiar, ¿Quién soy?, ¿De dónde vengo? y ¿a dónde voy?, que podrían ser tres cuestiones del tipo metafísicas para definirnos como especímenes tan individuales, que al realizar ese reconocimiento podamos encontrarnos con alguna razón, que pueda identificarnos de forma inequívoca, podamos describirnos, entender quiénes somos de verdad y que tarea tenemos, si la universidad es necesaria, si el fumar o el consumir alcohol podría en realidad significar tanto o si la peruanidad debería o no importar tanto como para rasgarse el pecho cantando el himno nacional.
Quizá nunca lleguemos a ser tan libres, pero tratar de resolver nuestra participación cotidiana, podría de alguna manera ayudar a identificarnos y acercarnos a actuar con libertad.
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