Hace algún tiempo, empecé a dejarme crecer el pelo. Mientras iba creciendo, recibía tildes distintas y al principio como aún usaba lentes recibía seudónimos como “Lenon desnutrido”; claras mofas de un burlón poco creativo. Sin embargo esto no amilanaba en lo absoluto mi interés de convertirme en un pelucón. Y así fue, me dejé tanto el pelo que empecé a usar colets y binchas para sujetármelo.
Como joven dedicado a las artes, empezó a revivir en mí ese entusiasmo por el teatro. Por otro lado me operé para dejar de usar lentes. Y los chaplines empezaron a cambiar, empezaban a llamarme “Mesías”, “El redentor”, otros ya desbordados de imaginación, probablemente de excesivo intelecto chacotero, me bautizaban de “Yumpai”, “Tinkari”, etc. Pero por el hecho que me llamaban mesías empezaba a despertar en mi una ilusión por representar a Jesús en estas semanas santa que se aproximaba. Pero como todo buen hijo del padre (nuestro creador), a quien nuestro hacedor no le niega nada me encontré con una amiga que necesitaba un pelucón, landoso con gracia que hiciera de Jesús. Acepté sin pensarlo más y ella parecía estar convencida de que lo haría bien. Claro en ese momento.
Pero esa misma noche en que la encontré y que junto a un amigo conversábamos sobre la religión y Dios, quedó sorprendida de que un ser tan loco y enfermo como yo esté pisando la tierra. Se sorprendía de mis ideas tan distintas y estruendosas. Yo la entendía por que yo hace mucho tiempo que había desistido a la práctica del catolicismo. Esto de representar a Jesús (mi maestro), era como un reto. Yo lo había querido y me pasó.
Así que vinieron juntos los chicos de la parroquia, todos con traza de buenas gentes; emparejados como si fuesen a entrar apurados al arca de Noé para no extinguirse. Luego de coordinar las reuniones en su parroquia y de recibir un modesto pero intenso guión, descubrí que probablemente este trabajo se convertiría en una gran ópera y así fue. Bastó la primera noche para darme cuenta que a iglesia seguía contaminada de misticismos y dogmas sin sentido.
Conocía a grandes muchachos. Bueno a “Mayita”, cuyo sobrenombre es más agradable que su propio nombre; es una esmerada practicante de educación inicial, emprendedora y sobretodo amante de las cosas del señor, así lo dice. Julio es el enamorado de esta chica, es un pelao bastante activo y sencillo. Anda más pegado que la mugre de Amalia, ¿ya sabrán porque no?. El hizo el papel de Pilato y no canto ni ninguna estrofa, todo su guión fue hablado.
Diana hizo de La Magdalena, con esta chica y su pareja, un chiquillo conocido, tuvimos la oportunidad de debatir temas de fe y filosofía teológica. Claro, era justo que se hiciera esta discusión y que dejásemos en segundo plano la confección de los disfraces, porque a las cosas del padre debemos prestarle mayor atención. Nuestros pensamientos lucieron complejos, ambos y aunque en algunos momentos parecía haberse transformado en una batalla de ideología; me pude dar cuenta y se los dije con bastante seguridad que no detestaba a la iglesia, al contrario, la respetaba por tener jóvenes envueltos en ideales provechosos y sanos.
Me admire de su fuerza y compromiso y además porque después de haber soltado mis barbaridades las cosas terminaron siendo iguales.
Conocí a un tal “Six pack”, y a otro soldado romano que me conmovió con su entusiasmo para olvidarse las escenas y para ahorrarle a Jesús la tercera caída, además de golpearlo de a de veritas para darle un toque realista e impresionista al cuadro que representábamos.
Había también unas lloronas que lloraron con todo un despliegue escénico; pero que a la hora de la hora pareció que la tierra se las tragó, apenas llegaron a felicitarnos cuando todo estaba acabado, a una de las chicas, le pedí que grabe un ensayo que me encanto, te lo agradezco.
Y como todos sabemos la historia, Jesús tenía su ámi y su ápi. La madre de Jesús fue otra de las Dianas del grupo, Diana por su nombre, no es un adjetivo. Es una chiquilla bastante tranquila, así lo ví y al igual que la magdalena poseen una voz impresionante. La escena con María para mi, debimos haberle sacado más jugo aún. Pero salió como salió y lo que no actuaron lo cantaron a pulmón con un entusiasmo que despertó lagrimas y aplausos de parte del público.
Pero en esta parte de la narración quiero detenerme a agradecer a María (Diana), por no haberse reído de la frase “En este madero”, que se me había pegado como chicle. Además agradecer a Pablo, por su invitación que me hizo sentir bien, pero que no podré aceptar por mi posición gnóstica. Agradezco a todos por la oportunidad de poder revivir apenas en algo lo que sufrió nuestro Jesús, yo no le llamo señor, porque para mí no es ningún desconocido, más bien es mi chochera, mi broer, mi yunta mi uña del dedo gordo, mi hermano del alma realmente mi amigo.
Pero sobre todo le agradezco a mi creador por todas las oportunidades que me da para sentirme útil. Y a mi esposa por darme la chance de asistir a los ensayos en vez de asistirla a ella.
Gracias y que la fuerza del padre los acompañe a todos.
Y OLÉ
Como joven dedicado a las artes, empezó a revivir en mí ese entusiasmo por el teatro. Por otro lado me operé para dejar de usar lentes. Y los chaplines empezaron a cambiar, empezaban a llamarme “Mesías”, “El redentor”, otros ya desbordados de imaginación, probablemente de excesivo intelecto chacotero, me bautizaban de “Yumpai”, “Tinkari”, etc. Pero por el hecho que me llamaban mesías empezaba a despertar en mi una ilusión por representar a Jesús en estas semanas santa que se aproximaba. Pero como todo buen hijo del padre (nuestro creador), a quien nuestro hacedor no le niega nada me encontré con una amiga que necesitaba un pelucón, landoso con gracia que hiciera de Jesús. Acepté sin pensarlo más y ella parecía estar convencida de que lo haría bien. Claro en ese momento.
Pero esa misma noche en que la encontré y que junto a un amigo conversábamos sobre la religión y Dios, quedó sorprendida de que un ser tan loco y enfermo como yo esté pisando la tierra. Se sorprendía de mis ideas tan distintas y estruendosas. Yo la entendía por que yo hace mucho tiempo que había desistido a la práctica del catolicismo. Esto de representar a Jesús (mi maestro), era como un reto. Yo lo había querido y me pasó.
Así que vinieron juntos los chicos de la parroquia, todos con traza de buenas gentes; emparejados como si fuesen a entrar apurados al arca de Noé para no extinguirse. Luego de coordinar las reuniones en su parroquia y de recibir un modesto pero intenso guión, descubrí que probablemente este trabajo se convertiría en una gran ópera y así fue. Bastó la primera noche para darme cuenta que a iglesia seguía contaminada de misticismos y dogmas sin sentido.
Conocía a grandes muchachos. Bueno a “Mayita”, cuyo sobrenombre es más agradable que su propio nombre; es una esmerada practicante de educación inicial, emprendedora y sobretodo amante de las cosas del señor, así lo dice. Julio es el enamorado de esta chica, es un pelao bastante activo y sencillo. Anda más pegado que la mugre de Amalia, ¿ya sabrán porque no?. El hizo el papel de Pilato y no canto ni ninguna estrofa, todo su guión fue hablado.
Diana hizo de La Magdalena, con esta chica y su pareja, un chiquillo conocido, tuvimos la oportunidad de debatir temas de fe y filosofía teológica. Claro, era justo que se hiciera esta discusión y que dejásemos en segundo plano la confección de los disfraces, porque a las cosas del padre debemos prestarle mayor atención. Nuestros pensamientos lucieron complejos, ambos y aunque en algunos momentos parecía haberse transformado en una batalla de ideología; me pude dar cuenta y se los dije con bastante seguridad que no detestaba a la iglesia, al contrario, la respetaba por tener jóvenes envueltos en ideales provechosos y sanos.
Me admire de su fuerza y compromiso y además porque después de haber soltado mis barbaridades las cosas terminaron siendo iguales.
Conocí a un tal “Six pack”, y a otro soldado romano que me conmovió con su entusiasmo para olvidarse las escenas y para ahorrarle a Jesús la tercera caída, además de golpearlo de a de veritas para darle un toque realista e impresionista al cuadro que representábamos.
Había también unas lloronas que lloraron con todo un despliegue escénico; pero que a la hora de la hora pareció que la tierra se las tragó, apenas llegaron a felicitarnos cuando todo estaba acabado, a una de las chicas, le pedí que grabe un ensayo que me encanto, te lo agradezco.
Y como todos sabemos la historia, Jesús tenía su ámi y su ápi. La madre de Jesús fue otra de las Dianas del grupo, Diana por su nombre, no es un adjetivo. Es una chiquilla bastante tranquila, así lo ví y al igual que la magdalena poseen una voz impresionante. La escena con María para mi, debimos haberle sacado más jugo aún. Pero salió como salió y lo que no actuaron lo cantaron a pulmón con un entusiasmo que despertó lagrimas y aplausos de parte del público.
Pero en esta parte de la narración quiero detenerme a agradecer a María (Diana), por no haberse reído de la frase “En este madero”, que se me había pegado como chicle. Además agradecer a Pablo, por su invitación que me hizo sentir bien, pero que no podré aceptar por mi posición gnóstica. Agradezco a todos por la oportunidad de poder revivir apenas en algo lo que sufrió nuestro Jesús, yo no le llamo señor, porque para mí no es ningún desconocido, más bien es mi chochera, mi broer, mi yunta mi uña del dedo gordo, mi hermano del alma realmente mi amigo.
Pero sobre todo le agradezco a mi creador por todas las oportunidades que me da para sentirme útil. Y a mi esposa por darme la chance de asistir a los ensayos en vez de asistirla a ella.
Gracias y que la fuerza del padre los acompañe a todos.
Y OLÉ
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