No importa si el camino es una senda calamitosa, si el latrocinio del abyecto caminante sacude los páramos , No te fijes en la estoica investidura de las piedras duras. Ninguna lengua de fuego te quemará los pies; te hará bailar una danza amarga en tu tristura. Y en las ramas de tus manos acoge el agua bendita, para lavarte las larvas que carcomen tu pecho, ese olor a muerto cunde en los anchos cerros. Respira y calla , sin dejar ahogarse el grito. Pisa el suelo sin quebrar la tierra maciza . Donde lo orgánico se transforma a mierda, viene el hedor sorprenderte con la vida. Árbol, tu siempre mueres de pie...