Me arden los labios. Me arde la médula y la alegría. Me arde la noche. Me arde la idea de oír su voz. Soy la esencia de la piedra, pero las piedras también se parten, se hacen añicos, también se les rompe el alma. Soy el exceso de lo establecido, las ganas de evadir el rumbo, la meta sin ilusión, el sueño que no abruma, la ansiedad compungida. Me pongo a disposición del aire que es lo único que se mueve. Usted sabe que el tiempo es solo un reloj cuyas manecillas dan vueltas y vueltas. Estoy distraído.Antes de consumir ya estoy disuelto, del polvo al polvo. Retorno de la ilusión a la miseria. Llegaré, como siempre. Como cuando llega la calma, siempre inoportuna, tarde. Ya no tengo ganas de una nueva camisa, he perdido la fe en el octubre. Estoy sobre un pilar de alucinaciones a la que llamo realidad. Yo mismo me he movido de mí. Estoy dos pasos más a la izquierda, en no sé qué lugar. A veces creía que el vacío me vendría bien, no pensaba volverme un rumor, un asunto de ...