No voy a olvidar aquella ocasión en que entreviste a ese ex soldado. Su mirada encerraba a ciertos fantasmas, quienes deambulaban por todos los pliegues de su ensimismado cerebro. Tenía el porte de un enorme ropero y aunque lucía algo gastado y panzón, parecía enorgullecerse de haberse realizado como soldado de élite del ejército peruano. No en vano, en la formación como comunicador social, el periodismo resulta ser la herramienta con la que más logras conectarte a la realidad y esta fue una ocasión inolvidable. Estuvimos sentados a un metro de distancia aproximadamente, el trataba de estilizar los pétalos de una rosa a punta de martillazos, logrando lentamente que el metal se amoldara a su escultura. Me apresuré a preguntarle sobre su vida militar, quizá bastante impresionado por su interesante trabajo como escultor en metal, inusual decía yo para mis adentros. Las preguntas fueron típicas, quizá por mi poco conocimiento con respecto al tema o por mi falta de olfato periodístico...